sábado, 18 de mayo de 2013

Azulado es el mar y a su lado es el cielo.

He odio alguna vez que el tiempo de nuestros relojes no es el mismo al de nuestras almas y pude ver su verdad: un rato con esta mujer es un siglo en el mismo Edén. 
Y he de seguir por estos días la pluma de Borges y su teoría de nuestro paso por esta vida. No existen más que momentos, están los malos y están los buenos. Y entre los brazos de este ser alado pude sentir la alegría caminando por mis manos. Con la ingenuidad de mi voluntad voy a agradecerle todo lo que ha logrado: Bendita sea mi flor que no distingue estación para exhibir su resplandor. 
Bendita sea esta flor que calma mis penas y el alma me llena con sólo destellos de su corazón.

domingo, 5 de mayo de 2013