miércoles, 17 de abril de 2013

No entendemos el valor de los momentos, hasta que se han convertido en recuerdos.

¿El lenguaje más sincero? Las miradas, ¿ El más hermoso? Las sonrisas.

Hay días que lo cotidiano me distrae, tanto que me olvido de las cosas más importantes de la vida. El que hacer me abruma, me concentro en el trabajo, los problemas, me absorben tanto.
A veces el deseo de hacer las cosas rápido, a veces es el deseo de obtener más ingresos, más dinero,el deseo de tener más y mejores cosas, el deseo de materializar mis metas, deseos y mis sueños.
Me olvido de mi  de mis amigos y de mis seres queridos, injustamente, estúpida soy.
Me estreso entonces y el mal humor se apodera de mi, todo sale, todo me molesta, hasta el mínimo detalle. Me da rabia.
Los pequeños detalles importantes de la vida pasan inadvertidos enfrente de mi,toda esa energía desperdiciada en la vaguedad de mis pensamientos me aqueja, me arrastra y me envía hasta el suelo, me golpea una y otra vez.
El presente me reprocha y mi futuro se detiene, despierto entonces y vuelvo a la vida.
Veo que la vida es lo más importante, mis amigos, mi familia, el amor de mi vida.
El futuro no existe, no hay prisa, ni nada escrito, el hoy es mi realidad, el único camino.
El placer de vivir.
Ese sabor tan agradable que muchas veces pierdo. Y luego el placer de amar. El placer de ser amado. De amarme a mí mismo.
Y tantos placeres más que olvido al ir por el engañoso camino de una vida que creo vivirla.

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